El estrés hídrico ya condiciona la competitividad de los principales cultivos de exportación peruanos. Ante un escenario de cambio climático y proyecciones oceánicas neutrales hasta marzo de 2026, el sector agrario apuesta por innovaciones de riego, nutrición y gestión climática para salvaguardar la productividad de uva de mesa, paltas y cítricos. Este artículo revisa las tendencias, muestra implementaciones concretas y evalúa cómo el próximo verano austral podría impactar la agroexportación.
Senamhi confirma que la variabilidad pluviométrica y la sobreexplotación de acuíferos intensifican el estrés hídrico en la costa y sierra, con emergencias declaradas por déficit hídrico en Piura y Áncash. Paralelamente, Minagri advierte que cada hectárea de frutales bajo sistemas tradicionales desperdicia hasta 40% del agua aplicada. La presión sobre el recurso se acentúa en valles líderes como Ica, donde el bombeo subterráneo supera la recarga natural.
La Comisión Multisectorial ENFEN mantiene “condición neutra” hasta el verano 2026, con 63% de probabilidad de ausencia de eventos El Niño/La Niña. Bajo este escenario, podemos esperar:
Con este escenario, se puede esperar el siguiente impacto en los principales cultivos de agroexportación:
El Programa Subsectorial de Irrigaciones ejecuta 130 proyectos de goteo y aspersión que beneficiarán a 8,000ha en 19 regiones. Reduciendo evaporación y elevando la eficiencia al 90%.
Empresas vitícolas implementan films LDPE que disminuyen la evapotranspiración entre 10% y 20%, mejoran calibre y adelantan cosecha.
Farmex reporta que reguladores de crecimiento y bioestimulantes (auxinas, citoquininas) atenúan el estrés hídrico en cítricos al optimizar floración y cuajado. Logrando fruta más uniforme con bajo déficit hídrico.
Agrokasa proyecta cubrir 44% de su demanda hídrica con aguas residuales tratadas, reduciendo extracción de acuíferos en Ica.
Ensayos en uva y frutales muestran ahorros de 100–150 mm por campaña sin mermar rendimiento, cuando se aplica RDC en etapas menos críticas.
En el valle de Ica, uno de los principales productores de uva de mesa en Perú, se ha enfrentado una problemática significativa por el sobreuso de acuíferos y la elevada evapotranspiración. Para combatir el estrés hídrico, se implementaron sistemas de riego por goteo combinados con sensores y coberturas plásticas. Estas iniciativas lograron reducir el consumo de agua desde aproximadamente 14,000m³ por hectárea al año a menos de 8,000m³, mejorando también la huella hídrica del cultivo hasta unos 450 litros por kilogramo de uva producida. Este avance se traduce en una mayor sostenibilidad y en una producción de calidad orientada a mercados exigentes.
En las zonas de Ancash y los valles altoandinos, el cultivo de palta Hass ha sido particularmente afectado por sequías prolongadas, que en algunas zonas causaron pérdidas de hasta el 60%. Para enfrentar esta situación, diversas empresas agrarias han adoptado módulos de riego tecnificado junto con sistemas de fertirrigación orgánica. Estas técnicas han permitido incrementar el rendimiento del cultivo en un 157% en comparación con riegos tradicionales por gravedad. Esto mejoro la eficiencia del uso del agua y la calidad de la producción de paltas orientadas a la exportación.
En los cultivos de cítricos de la costa central, el principal desafío ha sido la floración errática causada por déficit hídrico en períodos críticos. La aplicación de reguladores de crecimiento como giberelinas y auxinas, junto con bioestimulantes, ha permitido optimizar el cuajado de frutos y obtener una producción uniforme y estable, a pesar del ambiente de estrés hídrico. Estos manejos fitosanitarios mejoran la resiliencia de los cítricos al déficit de agua y contribuyen a mantener la competitividad del sector exportador.
Estos ejemplos reflejan una tendencia creciente en Perú hacia la adopción de tecnologías y prácticas innovadoras que permiten enfrentar eficazmente el estrés hídrico y adaptarse al cambio climático, garantizando la sostenibilidad y rentabilidad de cultivos clave para la economía nacional.
El manejo integrado del estrés hídrico — que combina eficiencia de riego, biotecnología y monitoreo climático — resulta indispensable para sostener la ventaja competitiva de la agroexportación peruana hacia 2026 y más allá.